Salimos a las siete de la mañana Juan el guía empujando mi silla de rueda hasta el paradero de los autobuses a unos 200 metros del hotel. Allí los que aguardaban (en su mayoría turistas) me cedieron entrar primero en andas los tres escalones del bus y me regalaron el asiento delantero. La carretera Hiram Binghan toma entre 45 y 5o minutos para subir hasta la entrada al Santuario. Desde ella se maravilla uno ante la imponente naturaleza verde: flores, ríos, glaciares. Lo raro de Machu Picchu está en que es un oasis en medio de los cerros pelados.
Fotos de Machu Picchu.
Segundo nivel al cual yo no pude llegar debido a mi lesión. Fotos tomadas por mi esposa. A mi me empujaban en la silla de ruedas y cuando lo angosto del camino impedía pasar me cargaban dos trabajadores del centro contratados por nosotros.
Mi esposa en un nivel superior donde la vista era majestuosa y sentía -ella- una especie de fervor místico. A mi bajo nivel yo no sentía mucho.
La neblina no dejaba ver bien el paisaje. Me sentía frustrado por el accidente que me inmovilizaba y por la neblina que jugueteaba cual dios travieso y no permitía ver bien el panorama.
Casa de Machu Picchu.
A la salida del Santuario. Yo en mi silla de ruedas. Mi esposa con su tradicional abrigo amarillo.
La neblina subía y bajaba cual telón de un gigantesco teatro. Un grupo de turistas sigue el camino hacia los niveles superiores. Yo paré en la primera terraza al igual que Hiram Binghan en 1911 cuando descubrió el sitio.
1 comentario:
Machu-Picchu, viaje de suenios! Fui cuando tenia nueve anios mas o menos pero fue tan impresionante que todavia lo recuerdo.
Que lastima lo del pie, bueno ya volveran nuevamente :)
SALUDOS,
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